
Sábado, ocho de la mañana, suena el despertador, miro por la venta... ¡oh, no! el cielo está gris y chispea. ¡Justo hoy que vamos a dar un paseo en velero!
He de decir que, en un principio, me asustaba la idea de pasar 4 horas en un velero navegando por el imprevisible Cantábrico. Más aún, teniendo en cuenta el tiempecito que nos viene acompañando las dos últimas semanas.
Sin embargo, y a pesar de mis reservas, a las 10am ya estábamos aparcando el coche en el parking del puerto deportivo...