El Castillo
Para llegar desde Mancarrón al remoto pueblo fortificado de "El Castillo", tomamos la barca rápida de las 9 a.m. de vuelta a San Carlos (10$). Llegamos después de las 10 a.m., por lo que tuvimos que esperar a la barca colectiva que zarpa a las 1.15 p.m.
Por fin, diez minutos antes de la salida y previo pago de 90 córdobas por billete, nos dejaron acceder al embarcadero. Nos montamos en una panga todavía más pequeña y estrecha que la que nos llevó a Solentiname.
Mientras tratábamos de acomodarnos, el cielo se cubrió de nubes negras y empezó a caer tormentón de los que no están escritos... buf! Prometía ser un trayecto movidito!
El viaje se hizo eterno. La panga hacía continuas paradas en cada punto del río dónde los pasajeros solicitaban bajarse/subirse; tardamos unas tres horas en llegar a nuestro destino.
El viaje se hizo eterno. La panga hacía continuas paradas en cada punto del río dónde los pasajeros solicitaban bajarse/subirse; tardamos unas tres horas en llegar a nuestro destino.
Eso sí, el paisaje y la exuberancia de la
naturaleza tropical resultan hipnóticos. Hacen más llevadero el hecho de llevar
las piernas encogidas en un incómodo y pequeño asiento.
A lo largo del viaje, pudimos observar como viven los habitantes de las dispersas y aisladas "casas" construidas en los márgenes del río.
El caudaloso San Juan une, con su más de 200 km, el mar Caribe y el Gran Lago Nicaragua.
Antes de
llegar a El Castillo, hacemos una breve parada de 10 minutos en La Esperanza.
Hay movimiento e intercambio de mercancías y desciende gran parte de los
pasajeros.
A medida que nos acercamos a nuestro destino,
divisamos la antigua fortificación que da nombre a la localidad: " El
Castillo de la Inmaculada Concepción".
Fue construida por los españoles para defender el territorio frente al ejército inglés, los piratas e incluso tribus indígenas. Se trataba de un punto estratégico de tránsito comercial y de pasajeros, antes de la construcción del canal de Panamá.
Nada más llegar, nos dirigimos por la calle
principal, y única, al Hotel Luna del Río (30$ por persona y noche, con
desayuno). Un pequeño y coqueto ecolodge de reciente construcción ubicado sobre
los rápidos de "el raudal". La dueña es española y el personal muy
amable.
Después de comer algo y descansar un rato,
aprovechamos la tarde y las pocas horas de luz que quedaban para dar una vuelta
por la localidad. Nos informan de que no hay luz en todo el pueblo (excepto en
los hoteles que cuentan con generadores) debido a la tormenta que habíamos
sufrido unas horas antes.
Posteriormente, nos dimos cuenta que esto de los
apagones está a la orden del día, ya que, de los tres días que pasamos
allí, dos de ellos estuvimos sin luz.
Por este motivo y otros motivos de infraestructura, os recomiendo que, si estáis decididos a visitar Nicaragua, metáis en vuestra mochila una linterna y un frontal... os aseguro que os van a ser de mucha utilidad.
En cuestión de un par de horas recorrimos el
pueblo de estrechas calles y humildes casitas de madera, todas ellas elevadas
sobre pilones para prevenir las posibles crecidas del río.
Lo que destaca en esta zona, aparte de su encanto y el entorno rural, es la cercanía de la impracticable y salvaje Reserva Biológica Índio Maíz.
Al anochecer, nos dirigimos al restaurante
Vanessa, en penumbra... la Lonely Planet decía que era uno de los mejores
locales para degustar el plato típico de la zona: camarones gigantes (pescados
en el propio río San Juan). Pero nos quedamos con las ganas y nos tuvimos que
conformar con un plato de pollo con arroz y tostones.
Nota: durante nuestra estancia, nos enteramos de
que actualmente es difícil encontrar algún restaurante en el que te ofrezcan
camarones gigantes. Debido a la construcción de una nueva carretera en el
margen del río perteneciente a Costa Rica, la contaminación provocada por las
obras de dicha infraestructura han causado la desaparición, casi en su
totalidad, del camarón gigante.
Aquella noche, en el propio hotel, contratamos el
tour "Aguas frescas" a la reserva. Consistía en: viaje en barca hasta
la reserva Indio Maíz, trekking por la selva y baño en una zona del río de
aguas claras.
Y como la excursión empezaba a las 7 de la mañana,
decidimos aprovechar el apagón para descansar y cargar energías para el día
siguiente.
La Reserva Indio Maíz: territorio inhóspito...
El día
amaneció gris, con una lluvia fina pero intensa y una niebla espesa... no era
el mejor tiempo para hacer una excursión por la selva, pero bueno, caprichos de
la naturaleza.
Nos cubrimos con capas impermeables y nos enfundamos unas botas de lluvia que
muy amablemente nos prestaron en el hotel. Caminamos hasta el embarcadero en
busca de nuestro guía y del resto de posibles compañeros para la aventura.
El grupo estaba compuesto por una pareja de
franceses y otra de catalanes que, posteriormente, nos fuimos encontrando a lo
largo del resto de destinos que vistamos en Nicaragua.
El simpático guía se presenta como Juan el
Ardilla: nacido y criado en El Castillo. Gran conocedor de la historia y gentes
del lugar, del río, la naturaleza y de todo lo que esconde la Reserva Índio
Maíz.
Comenzamos el paseo en barca, de aproximadamente
hora y media, escuchando algunos datos históricos y de interés. Llovía cada vez
más fuerte.
A medida
que ascendemos por el caudal, el ojo experto de Juan empieza a divisar animales
y aves en las copas de los árboles. ¡Vemos de todo! tres tipos de coloridos
tucanes, zopilotes, halcones, águilas, loros, perezosos, monos araña... Nos presta sus catalejos para admirar la
fauna y la flora.
Juan nos
cuenta que el río San Juan debe su nombre a la primera expedición de españoles
que consiguió recorrerlo en su totalidad. Llegaron hasta San Juan del Norte
(ciudad situada en el mar caribe) un 24 de junio. De los 170 soldados que
iniciaron la expedición, únicamente 9 sobrevivieron a un viaje en el que lucharon
contra las dificultades propias de un territorio inexplorado, enfermedades y
tribus guerreras.
Posteriormente, y por desgracia, todas la tribus
indígenas, a excepción de una, fueron exterminadas por los colonos. Los indios
Rama fueron los únicos que se salvaron de la masacre, debido a su naturaleza
pacífica y nómada. Además, cuando llegaron los españoles, detectaron el peligro
que estos suponían, y se adentraron en los más profundo de la selva, evitando
ser descubiertos.
Actualmente, son los únicos habitantes de la
reserva Índio Maíz y solo tienen contacto con el exterior para relaciones
comerciales.
Después de pasar por un control militar de
acceso, bajamos de la barca e iniciamos el trekking.
El Ardilla nos comenta que el acceso a la Reserva
Índio Maíz está muy protegido y limitado. Al objeto de preservar intacto el
hábitat de las especies que la ocupan, únicamente hay habilitadas 2 rutas dentro del pequeño área que se puede
visitar: tour la Bartola, de 4 horas, y tour aguas claras, de 5 horas.
A diferencia de la visita a la Reserva de Los Guatuzos,
en esta excursión no nos acompañó la suerte. Llovió tanto que, aparte de
calarnos hasta la ropa interior, no pudimos ver muchos animales :(
Pero a
pesar del mal tiempo, mereció la pena adentrarse en la selva y aprender un
montón de cosas, que el gran Juan el Ardilla nos enseñó: probamos plantas
medicinales anestésicas, vimos peligrosas hormigas bala, aprendimos a emitir
llamadas de socorro utilizando determinados árboles y troncos, atrapó una
serpiente, nos balanceamos en enormes lianas al estilo de tarzán...
Era como estar con Frank de la Jungla en versión auténtica! Un crack!
Era como estar con Frank de la Jungla en versión auténtica! Un crack!
De regreso, cubiertos de barro y calados de
arriba abajo, disfrutamos del paisaje y de un rico coco.
Al llegar al pueblo, El Ardilla, nos informó de
que, al haber sido un grupo de 6, nos cobraba 15$ por la excursión (de haber
ido solos hubiese costado 42 $).
Además, nos comentó que si no la hubiésemos
contratado por medio de nuestro hotel, nos habría salido todavía más barata.
Por lo tanto, os recomiendo que vayáis a su casa directamente. La reconoceréis
porque es de color azul y la fachada la tiene llena de fotos con los clientes
que han disfrutado de su compañía.
Además, tienen un cartel de Laundry en la entrada ya que, su mujer, es una de las
pocas en la localidad que presta este servicio. Y si no encontráis la casa
preguntad por él, es archiconocido!
Aquella noche, pudimos disfrutar de unas cuantas Toñas con él y fue una auténtica gozada.
Un saludo desde Donostia, Juan!!
Aquella noche, pudimos disfrutar de unas cuantas Toñas con él y fue una auténtica gozada.
Un saludo desde Donostia, Juan!!
Como esto
se empieza a alargar, continuaré con el relato de nuestra estancia en este
histórico pueblo en el siguiente post: excursiones a caballo, visita a una
hacienda agricultora y elaboración de chocolate artesanal.
No te la pierdas!
No te la pierdas!
Vaya viaje más interesante. He visto vuestra entrada en la comunidad de Google + y me ha llamado mucho la atención. Es genial que deis estas recomendaciones para ahorrar un poco y para ver lugares interesantes. Te sigo desde ya en Google +
ResponderEliminarGracias Ysa! Me alegro que te haya resultado interesante.
EliminarLa verdad es que me decidí a publicar una serie de posts con detalles de nuestro viaje a Nicaragua porque, cuando yo empecé a preparar mi viaje, no encontré mucha información. Así que espero que resulte de utilidad para aquellos viajeros que se animen a visitarlo.
Gracias y saludos!
He disfrutado con tu relato de vuestro viaje a Nicaragua, he estado pensando en viajar allí el próximo invierno. Tengo dudas sobre el equipaje y la ropa que hace falta para moverse por allí.
ResponderEliminarGracias, Xago! La verdad es que no hace falta mucho...yo llevé una mochila y allí entró todo lo necesario. Te recomendaría que llevaras ropa de verano además de un patalón largo y una camiseta de manga larga. Importante llevar un impermeable o capa de lluvia que cubra también la mochila, botas de monte (por si quieres subir a algún volcán), linterna y frontal, mosquitera y repelente de mosquitos, un saco sábana...creo que no me dejo nada importante.
EliminarSaludos!