Juigalpa
Juigalpa
Dejamos El Castillo tal y como llegamos: tres horitas de viaje en una barca estrecha llena de gente hasta los topes. Sin duda, mereció la pena.
Nuestro próximo destino era la lejana costa caribeña de Nicaragua. Nada más llegar a San Carlos, cogimos un bus (110 córdobas) en la estación que queda justo en frente de la salida del muelle. Para hacer el viaje más ameno, decidimos parar a mitad del camino en la ciudad vaquera de Juigalpa y pasar una tarde...¡en los rodeos!
Juigalpa no es una ciudad hasta la que suelan llegar los turistas, pero leímos en la guía que aquellos días estaban celebrando sus fiestas patronales.
No pudimos resistirnos y, antes de poner rumbo a Little Corn Island, quisimos acercarnos a conocer sus famosos rodeos y desfiles de caballos.
Llegamos a la ciudad justo a tiempo para el rodeo de aquella tarde. Pasamos rápidamente por el Hostal Country para dejar las mochilas y salir pitando hacia el recinto ferial.
Nota: El Hostal Country es un hostal económico (700 córdobas por noche) y muy sencillo, suficiente para una sola noche.
De camino al rodeo, tuvimos suerte y pudimos admirar un desfile de hábiles jinetes a lomos de sus monturas, engalanados ambos de abajo arriba. ¡Todo un espectáculo!
Después de aquello, pagamos la entrada de 50 córdobas y accedimos a las gradas dispuestos a pasar un buen rato. Había muchísima gente y el ambiente era estupendo.
Rodeo en Juigalpa |
Nada más entrar, nos dimos cuenta de que éramos prácticamente los únicos extranjeros allí. A la gente se le hacía extraña nuestra presencia, ya que nos miraban pasar como las vacas al tren ;-)
Rodeo en Juigalpa |
El rodeo se celebra en una especie de plaza de toros cuadrada, con gradas en su perímetro.
Te puedes sentar donde quieras y constantemente pasan vendedores con bebidas, chucherías o quesillos.
El quesillo es el típico snack nicaragüense, compuesto por una torta de maíz sobre la que vierten una especie de salsa cuajada con trocitos picados de cebolla amarilla y un chorrete de vinagre negro. Está bastante bueno, pero te pringas las manos si no eres hábil al comerlo.
Había cientos de personas en la arena. Los más valientes montaban a los toros salvajes entre la multitud. Cuando finalizaba la monta por derribo, el resto trataba de torearlos hasta que los vaqueros lo atrapaban con el lazo y devolvían el animal a los chiqueros.
Pronto nos dimos cuenta de lo "alegres" que estaban los mozos. Los golpes y topetazos que presenciamos no fueron ninguna broma. A más de uno tuvieron que sacarlo en volandas sin conocimiento.
Pronto nos dimos cuenta de lo "alegres" que estaban los mozos. Los golpes y topetazos que presenciamos no fueron ninguna broma. A más de uno tuvieron que sacarlo en volandas sin conocimiento.
Rodeo en Juigalpa |
Finalizado el peculiar rodeo, nos dirigimos a la plaza central para cenar y dar una vuelta por los puestos de la feria. Aprovechamos para conectarnos al WIFI público de la plaza central para hablar con nuestras familias.
Nuestra corta visita a Juigalpa, no dio para más :(
Bluefields
Al día siguiente madrugamos. Para llegar a Bluefields teníamos un viaje de aproximadamente 4 horas hasta El Rama (80 córdobas). Desde allí, aún quedaban casi 2 horitas más hasta nuestro destino.
El viaje se nos hizo interminable, nos tocó un incómodo autobús repleto de gente. Y como no podía ser de otra manera, hacía calor, mucho calor!
El Rama no tiene nada de especial, es un pueblo de tránsito. Nada más llegar, fuimos directos a comprar los tickets para no perder la panga de la tarde.
En la oficina donde compramos los billetes (250 córdobas), nos informaron de que debíamos esperar hasta que se completara el pasaje con 20 personas. A esperar...
2 horas después, nos avisaron de que zarpábamos. OJO! para no acabar en la parte incómoda de la barca hay que lanzarse, literalmente, a pillar un buen sitio.
Nosotros, inocentes e inexpertos, tuvimos que apretujarnos en la útlima bancada que quedó libre.
Panga a Bluefields |
Pero lo peor no fue eso, sino la tremenda tormenta que nos acompaño durante el viaje, con potente aparato eléctrico sobre nuestras cabezas. ¡Qué miedo!
Las barcas no tienen toldo, así que, para no mojarnos, nos pasamos el viaje cubiertos por un enorme plástico negro que sujetábamos entre los pasajeros de las esquinas de la barca.
Las barcas no tienen toldo, así que, para no mojarnos, nos pasamos el viaje cubiertos por un enorme plástico negro que sujetábamos entre los pasajeros de las esquinas de la barca.
Llegamos a Bluefields bajo un aguacero impresionante.
Al llegar al puerto, se nos acercaron varios chicos con paraguas ofreciéndose a acompañarnos hasta el hotel.
Al llegar al puerto, se nos acercaron varios chicos con paraguas ofreciéndose a acompañarnos hasta el hotel.
Consejo: ignoradles, haced que no entendéis.
De hecho, es muy difícil entenderles. En esta parte del país, la mayoría de la población habla en creole (dialecto del inglés, propio del Caribe centroamericano).
De hecho, es muy difícil entenderles. En esta parte del país, la mayoría de la población habla en creole (dialecto del inglés, propio del Caribe centroamericano).
Nosotros no pudimos quitarnos de encima a un chico que caminó con nosotros hasta el hotel y, al llegar, nos pidió 20$ por los 5 minutos que habíamos tardado hasta allí.
En fin...obviamente, le dimos mucho menos.
En fin...obviamente, le dimos mucho menos.
Bahía de Bluefields |
Bluefields deja bastante que desear. A pesar de estar ubicada a orillas del al mar Caribe no tiene ni playa ni paseo ni nada de nada. Además, se percibe mayor inseguridad y pobreza que en el resto de las zonas visitadas.
Por lo que, después cenar unas ricas colas de langosta fresca por 9€ en el restaurante Pelican Bay, regresamos al Hotel Oasis antes de que anocheciera. Era el hotel más caro del pueblo, pero visto lo visto, bien mereció la pena pagar un poco más.
Restaurante Pelican Bay |
Langosta del Restaurante Pelican Bay |
Al día siguiente, después de desayunar, el transfer del hotel nos llevó al mini aeropuerto para coger el vuelo a Big Corn Island.
Los vuelos internos nos parecieron un poco caros. El nuestro costó 66$ por 20 minutos en una avioneta.
Además, hay que tratar de reservar asiento con un poco de antelación. Vuelan pocos aviones al día y si no eres previsor, te puedes quedar en tierra.
¡Por fin, Little Corn Island!
Al llegar a Big Corn Island, tomamos un taxi hasta el puerto y allí la panga (6 $) que va hasta la pequeña Little Corn Island.
Panga a Little Corn Island |
Si el viaje en barca hasta Bluefields nos pareció toda una experiencia, no tengo palabras para describir lo que fue el trayecto hasta Little Con Island. El Dragon Khan es una niñería comparando con esto!
Mejor os cuelgo un vídeo, para que os hagáis una idea.
Aunque en el vídeo no se aprecie demasiado bien, la barca avanzaba hacia mar abierto surcando olas de más de 4 metros que chocaban contra el casco y lo elevaban hasta casi los 90º, con su posterior caída contra la superficie.
¡Lo dicho, como Port Aventura, pero a lo bestia! Los turistas íbamos tiesos.
He de confesar que fue el momento de todo el viaje en el que más miedo pasé. Parecía que aquello iba a partirse en dos, en medio del Atlántico.
Little Corn Island |
¡No te lo puedes perder!
Que lástima que os quedarais con esta imagen de Bluefields!
ResponderEliminarEntiendo que pasando sólo una noche y con hospedaje en el hotel Oasis esta puede ser la percepción.. Pero he vivido allí un tiempo y es increíble las lecciones que puedes llevarte de la gente que vive allí.
La historia que envuelve la ciudad con su reconstrucción después del huracán Joan hace 20 años y la convivéncia de 6 étnias tan diferentes (lenguas, costumbres, formas de relacionarse...) en la misma ciudad son de los mayores encantos que puedes encontrar en ella. El creole es la lengua mayoritária de los Creoles pero hay también miskitos, ulwa, mestizos, rama y garífonos. Debido al poco turísmo de la ciudad, probablemente pensarían que erais gringos y por eso os hablaban Creole (parecido al inglés) aún que prácticamente toda la gente de Bluefields entiende y habla perfectamente el español.
Esta sensación de inseguridad se hace evidente al principio pero es más una sensación que te llevas por los prejuicios que por el peligro real de la ciudad cuando realmente la conoces.
Mi opinión no es muy objetiva pero una lástima que no pudierais disfrutar de una toña en "Stragos" y entrar en el pleno caribe con la música y los bailes en "4 brothers" para los más arriesgados! (Allí con alguien de Bluefields que te acompañe preferiblemente).
Es un sitio al que le guardo mucho cariño, que me ayudó a entender que a veces, la vida con las cosas más simples te llena de gratitud y cariño aún viviendo en un entorno caótico sin agua corriente o quedándote sin luz por los contínuos apagones...